Vivimos en tiempos en los que las redes sociales se han transformado, no solamente en un vehículo para conectarnos con nuestros amigos o seres queridos, sino en una fuente de entretenimiento, información y placer. Uno de los temas más populares entre los usuarios es la gastronomía.

Se pudiera pensar que la razón principal del por qué llama la atención el tema culinario es porque deseamos aprender a cocinar platos más ricos o mantenernos informados sobre las tendencias de restaurantes, chefs y sabores provocativos. 

En parte, esto es verdad; sin embargo, la neurogastronomía detrás de esto nos explica que cada vez que nos aparece una imagen de un plato bellamente presentado o, por el contrario, una comida “explícita” en la que se puede ver cada detalle, genera en la mente del usuario una reacción que activa el centro de recompensas en nuestro cerebro y hace que nos imaginemos, con muchos detalles, el potencial sabor de lo que tenemos al frente, al punto que se nos haga agua la boca. 

Por ende, la razón detrás del por qué nos encanta ver platos de comida en la pantalla de nuestros  teléfonos tiene que ver con nuestro poder de imaginación y la química hormonal que esto genera.

Cuando entendemos este fenómeno, podemos comprender la razón del porqué ha cambiado tanto cómo los restaurantes presentan sus platos, y es que han cambiado radicalmente en los últimos 7 años. Pareciera que los clientes esperan que sus platos estén perfectos para la foto, que sean instagrameables, puesto que parte de la experiencia de comer afuera es compartir lo que se vive con los seguidores.

Ahora, esto que compartiremos a continuación, es muy importante para que desarrolles estrategias que te ayuden  a potenciar la experiencia de consumo de tus clientes. En un estudio publicado en el Journalonsumer of C Marketing, se pudo evidenciar que cuando los consumidores toman fotografías de los platos antes de comerlos, la valoración de la experiencia aumenta. También se potencia la percepción del sabor aumentando las sensaciones organolépticas. 

La razón principal es que al contemplar la comida, mientras se busca el mejor ángulo de la foto y se imagina el impacto o las interacciones que esa imagen va a generar en su comunidad, aumenta la anticipación haciendo salivar más y potencia las ganas de comer.

Hoy, más que nunca, la comida entra no solo por los ojos sino por el lente de la cámara también. Es una estrategia interesante a considerar y a la que debemos invertir para afinar la manera en la que diseñamos nuestra propuesta culinaria, porque haremos que nuestros clientes aprecien más la experiencia que les ofrecemos y quede un registro digital de lo vivido, lo que nos ayudará a alcanzar nuevos clientes.

Creamos este contenido en colaboración con @neurogastronomo para favorecer el crecimiento de tu negocio.